Cuando me enamoré aprendí a valorar a una persona que antes llegue a tratar mal.
Te confieso que muchas veces la juzgué, no la cuide, infinidad de veces la dañé, y es que yo no sabía cuánto valía, hasta que un día entendí quien era, en ese momento cuando descubrí su identidad todo mi panorama cambió, ya no quería lastimarla, ni provocarle más dolor.
Una de las películas preferidas de mi mamá es la de un príncipe que deja su reino y se va a otro país «disfrazado» ocultando su posición real, empieza a trabajar en un lugar de hamburguesas y se enamora de la hija del dueño del establecimiento pero él no lo quiere porque le parece poca cosa para su hija, aunque sabe que es un muchacho honesto y trabajador, lo trata mal porque es un «simple» trabajador. Al final de la película, la familia real va a ese país y llegan llenos de lujos y dinero, cuando el dueño se da cuenta la verdadera identidad del pretendiente se da la arrepentida de su vida y ahora intenta cubrir todos los daños que le provoco.
La persona a la que traté mal y a la que no le di el valor que tenía fue a mí. Fue hasta que comprendí que yo soy hecha a la imagen y semejanza de Dios, que no soy lo que otros piensan ni lo que otros opinan, yo soy lo que Dios dice que soy, y en la Biblia me dice que yo soy nación santa, pueblo adquirido por Dios, real sacerdocio, ósea que yo soy una princesa, y soy heredera de Dios y coheredera con Cristo.
Mi identidad cobró vida en la cruz del calvario, en el momento que acepté el sacrificio de Jesús, a partir de ese instante soy perdonada, soy amada, soy bendecida, soy hija, mi valor no me lo da mi físico o mi intelecto, mi valor me lo dieron en una cruz a precio de sangre, fui lavada y purificada.
Y sí, ¡¡me enamoré!! Me enamoré de Jesús y como resultado de eso me empecé a amar, he aprendido a cuidarme física e interiormente, he aprendido el valor de cuidar mi cuerpo, he aprendido el valor de cuidar mi corazón, he aprendido a valorarme. Ahora mi identidad está basada en el amor de Dios por mí, está fundamentada en su perdón y su gracia.
Yo valgo y mi valor no me lo da la gente, ni me lo doy yo, no se mide en oro ni en plata, mi valor es tan grande que el hijo del Único Dios Todo Poderoso dio su vida por mí.
Vale la pena enamorarse de Jesús, ahora SE QUIEN SOY y CUANTO VALGO y tú ¿lo sabes?
Muy bueno. Debo confesar que basado en lo «mucho» que ahora te conozco y en tu presente tan dichoso, por un momento el título me hizo pensar que hablarías de otro gran amor, después la historia tomó un giro muy distinto a lo que yo me había imaginado. Me gustó nuevamente escucharte decir que tu más grande amor es Jesús.
No hay mejores manos en donde podamos poner nuestro corazón.
Hafid!
En esta ocasión en honor a que se celebra a la mujer en el mes d Marzo, decidí hablar un poco de nuestro valor como hijas de Dios! Aunque debemos celebrar siempre el ser hijas de un Rey:)
Pero queda pendiente, la historia del otro gran amor!
Wow gracias Jay x esta publicacion! Recorde mi primer amor por Jesus el cual aveces lo olvido, eres una gran bendicion! Dios te siga usando y bendiciendo!
Un fuerte abrazo Erika! Dios te bendiga siempre!