Reflexión · Vida Cristiana

¡Verano Peligroso!

¿Todo pintaba para que este año tu estómago estuviera lleno de cuadritos? Tenías la dieta perfecta, el pase gratis del gym, los licuados para desintoxicarte, y eso te daría un verano como ningún otro. Pero cruda realidad nada de eso paso, fin del comunicado.

Es tan indescriptible la sensación de salir de vacaciones, el calorcito, playa, arena y sol, nada de responsabilidades, se acabaron las tareas, los semestrales, los trabajos finales, se acabaron tus materias que más aborrecías. Tu expectativa es grande, puedes ver los cielos abiertos, la bendición en tu vida, todo es mejor y ni se diga cuando avanzas a un nuevo nivel de escuela , la emoción por conocer nuevos amigos, y el reto de ganarte a la señora de la tiendita para que te venda lo mejor y te aparte las tortas y te de crédito para esos días que no hay mucho dinero.

Esa época maravillosa cuando los papás disfrutan tener a los hijos cada segundo, que despiertan desde las 6am y todos los días quieren tener pijamada ¡Que momento tan mágico! ¿verdad papás?

Recuerdo que en un verano, me nació la siguiente pregunta: ¿habrá vacaciones de Iglesia?, tenía vacaciones de la escuela y ninguna responsabilidad, pero a la Iglesia ¿uno no se puede tomar un verano? Conozco a muchos que se tomaron unas vacaciones de la Iglesia y jamás volvieron, esos que empezaron por llegar tarde a cada servicio, luego empezaron a llegar a la oración final, luego dejaron de ir entre semana, hasta que empezaron a perderse por meses y viven en un constante “verano peligroso”.

Y de inmediato cuando lees “verano peligroso” ¿se viene a tu mente una canción viejísima? Esa canción en pocas palabras empieza diciendo que al fin llego el verano y hay mucha emoción, pero ya que esta ahí solo quiere irse a la ciudad y no aguanta el caos. Igualito le pasa a los papás, a mitad de la primera semana de vacaciones están desesperados por meter a los hijos a los cursos de lo que sea: cocina, natación, arte, ballet, mariachi, ¡lo que sea!

Los primeros días que te alejas de Dios te das cuenta que no te moriste, te das cuenta que parece que no te va tan mal, te das cuenta que tienes más tiempo libre para descansar, te das cuenta que no tienes que cumplir con responsabilidades y tampoco tienes que rendir cuentas, y entonces piensas “tome la mejor decisión y aquí nadie me dice nada, parece que me tarde”. Bienvenido a tu verano más peligroso, pero como todo en esta vida, tarde o temprano te cansarás, lo que primero parecía un mar de emociones se convertirán en olas revolcadas llenas de culpa y remordimiento, la arena caliente que parecía que abrazaba tus pies ahora lastima las ampollas que te ha dejado transitar caminos lejos de la verdad, el solecito sabrosón ahora no hace mas que calar hasta los huesos y debes cubrirte de la vergüenza que el pecado te ha dejado.

Si estás pensando en tomarte unas vacaciones de Dios, me da mucha pena lo que te diré pero entonces es muy probable que nunca lo hayas conocido personalmente, no es lógico conocerle para luego querer alejarte. Vivir con Dios es un constante renuevo, solo ÉL es nuestro descanso, quien nos da nuevas fuerzas, nuestro pronto auxilio, quien nos rescata, quien nos protege, quien nos anima, quien nos alimenta, sacia y suple, con Él nada nos falta, nadie que haya probado de eso quiere irse. Pero lo que no me da pena decirte es que mira como Dios tiene cuidado de ti que te permite leer estas sencillas palabras para recordarte que lo que tú anhelas sólo lo encuentras en Él.

Quizá más de alguno ha pensado en renunciar, pero hoy estás a tiempo de recapacitar y volver a sus brazos, Dios quiere que disfrutes a su lado de cada temporada de tú vida, quiere convertir esos veranos peligrosos en veranos inolvidables llenos de su presencia.

Querido jovencito, aprende a tomar buenas decisiones y piensa bien lo que haces. Hacerlo así te dará vida y los demás te admirarán.Andarás por la vida sin problemas ni tropiezos. Cuando te acuestes, podrás dormir tranquilo y sin preocupaciones. No sufrirás las desgracias que caen sobre los malvados. Dios siempre estará a tu lado y nada te hará caer.

(Proverbios 3:21-26)

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