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Mi color preferido es el morado. En la antigüedad este color era utilizado por la realeza, su elaboración resultaba muy costoso y debido a eso sólo los que tenían más dinero y poder podían utilizarlo, incluso en una época este color estaba prohibido para el uso común, sólo la familia real podía portarlo.
En lo personal me parece un color fuerte y a la vez tierno, lo prefiero antes que el rosa. En una ocasión escuché una ilustración que impactó mi vida y que también produjo mi amor por el morado.
¿Alguna vez escuchaste que la realeza tenía la sangre azul? En aquel momento se pensaba eso debido a que la familia real no se exponía al sol, por lo tanto su piel era más blanca y sus venas se notaban mucho, de tal manera que parecía que lo que corría por sus venas era azul, a diferencia de toda la población que tenía que trabajar largas horas debajo del sol, su piel era más oscura y sus venas ni si quiera se notaban. De esta manera decían que los reyes, reinas, príncipes, princesas tenían sangre azul mientras que todos los demás, sangre roja.
La ilustración decía: el hijo del Rey de Reyes Jesucristo cambió la historia. Perfectamente Dios, perfectamente hombre, mezclado lo divino con lo humano, lo real con lo común, lo azul con lo rojo. Al derramar su sangre en la cruz del calvario, lavar nuestros pecados y darnos acceso a ser hijos de Dios, borrando nuestro pasado, limpiando nuestro presente y llenando de esperanza nuestro futuro, nos regaló un ADN nuevo, donde nuestra sangre (hablando en sentido figurado) no es ni roja ni azul, sino más bien la mezcla de ambos colores resultando en sangre morada. Pasamos de ser pecadores a ser parte de la realeza. No hicimos nada, sólo aceptar que Jesucristo entregó su vida por nosotros e invitarlo a que viva y gobierne nuestra vida. “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12)
Somos hijos por adopción: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!” (Romanos 8.14–15)
Sin merecerlo somos hijos de Dios, adquirimos los beneficios y tenemos propósito y esperanza. Ser un hijo de Dios trae una identidad a nuestra vida, ya no somos lo que otros dicen de nosotros (puedes ver https://jayorozco.com/2015/11/17/identidad/ ) ahora somos y valemos lo que Jesús hizo por nosotros.
Todos los que conocen los beneficios quieren ser hijos de Dios, pero mira esto: Amados hijos míos, debemos amarnos unos a otros, porque el amor viene de Dios. Todo el que ama es hijo de Dios, y conoce a Dios. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor (1Juan 4:7-8)
Queremos ser parte de la realeza, príncipes y princesas pero la palabra de Dios dice que si no amas no conoces a Dios y si no lo conoces ¿Cómo puedes ser su hijo?
Nosotros amamos a nuestros hermanos porque Dios nos amó primero. Si decimos que amamos a Dios, y al mismo tiempo nos odiamos unos a otros, somos unos mentirosos. Porque si no amamos al hermano, a quien podemos ver, mucho menos podemos amar a Dios, a quien no podemos ver. Y Jesucristo nos dio este mandamiento: «¡Amen a Dios, y ámense unos a otros!» (1Juan 4:19-21)
Todo iba bien, pero justo aquí ya no es tan divertido ser parte de la realeza ¿cierto? Es fácil amar a los que nos aman, pero un verdadero reto convivir y amar a los que nos han hecho un mal, pero debemos comprender que no nos corresponde a nosotros la venganza, nuestro llamado no es a vengar sino a amar.
Quizá has estado batallando en esta área, pero Dios te puede ayudar, mira lo que dice 1 Juan 4:16-18:
Sabemos y creemos que Dios nos ama, porque Dios es amor. Cualquiera que ama a sus hermanos está íntimamente unido a Dios. Si en verdad amamos a los hermanos, y si vivimos como Jesucristo vivió en este mundo, no tendremos por qué tener miedo cuando Jesús venga para juzgar a todo el mundo. La persona que ama no tiene miedo. Donde hay amor no hay temor. Al contrario, el verdadero amor quita el miedo. Si alguien tiene miedo de que Dios lo castigue, es porque no ha aprendido a amar.
El verdadero amor va más allá de un “te amo”, ser hijos de Dios es más que ser parte de la realeza, es vivir con el Espíritu de Dios, en comunión con Él, proponiéndonos obedecerle cada día, cada hora, cada minuto. No es fácil, pero lo que Jesús hizo por ti y por mi tampoco lo fue y lo hizo.
Dios anhela para ti una vida en completa libertad, sin temor, que vivas bajo el título de SU HIJO, que tengas su ADN, que disfrutes de todos los beneficios, pero sobre todo que lo conozcas.
Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. (Romas 8:17)
Tu sangre no tiene que ser azul, tampoco roja, si aceptas la transfusión de sangre del cielo, puede ser morada.
Hola, en una clase que recibí en Dallas, un maestro de la materia El Rabboni y los Talmidín, me enseñó acerca de los caracoles de los cuales se extraía él púrpura (morado) para teñir las telas que usaban para los Talit de los Rabí y sus ropas.
El caracol estaba casi extinto hoy en día y está apareciendo nuevamente en él mediterráneo, se le llama comúnmente Cañaílla o murex brandaris, se necesitaban 9000 caracoles para un gramo de tinte púrpura. Carísimo y Valioso. Dos palabras parecidas pero no iguales . Bueno, ya basta de datos. Solo quería aportar un poco de lo aprendido y comprender por qué cuando el Rey Jesus murió los soldados se jugaron sus ropas. El Morado es un buen color para los que gustan dar lo que Cristo Es. Gracias. 😄
Gracias por esta aportación 😁