(6 min)
La familia González estaba integrada por el Señor Juan, su esposa Helena y sus dos hijos Francisco y Antonio, por motivos económicos tuvieron que abandonar la tierra que los vio nacer. Se mudaron lejos de casa y todos tuvieron que adaptarse a las nuevas reglas.
Cuando los hijos entraron a la escuela fueron la sensación, lo nuevo siempre viene acompañado de incertidumbre y provocación. Desde el primer día de clases Francisco y Mariana se flecharon, no pasó mucho tiempo cuando ya eran la pareja más cursi de la escuela, todavía eran muy jóvenes cuando decidieron casarse, pero mientras estaban en los preparativos de la boda, Antonio (el otro hermano) daba la noticia que se casaba en unas semanas con Yuliana , todos se sorprendieron y festejaron que de un mes a otro la familia crecería adoptando a 2 hijas.
La señora Helena era conocida por la frase “Dios nunca llega tarde”, y la repitió infinidad de veces durante la boda de sus hijos (una seguida de la otra), por supuesto se alegraba sabiendo que Dios los estaba multiplicando. Pero el festejo no duró mucho, el Señor Juan, enfermó gravemente y unos meses después falleció.
Eso produjo mucha tristeza en la Señora Helena, quien dejó de ser la mujer alegre que antes era, por las noches despertaba con la ilusión de que alguno de sus hijos le diera un nieto que le provocara tanto amor y felicidad como hacía mucho no sentía, se repetía cada mañana “Dios nunca llega tarde y quizá hoy me den la noticia que un angelito viene en camino». Pero Helena no sospechaba, que en vez de eso, la vida le daría dolor y tragedia. Fue una noche que el teléfono sonó y esa llamada estaba a punto de cambiarles la vida, Francisco y Antonio acababan de sufrir un accidente que había provocado instantáneamente su muerte.
Era demasiado para Helena, ahora sin hombres en casa, el dolor era inmenso, sin su familia, lejos de su tierra, decidió volver de donde hacía diez años había salido. No llevaría a Mariana y a Yuliana con ella, le parecía injusto que tan jóvenes se quedaran sin esposos, les pidió que regresaran a sus casas y rehicieran sus vidas. Ellas estaban desechas, Mariana aceptó ir con su familia, se despidió sin poder hablar mucho, no podía dejar de llorar. Yuliana por extraño que parecía, rogó ir a la ciudad que vio crecer al hombre que ella amaba.
Al llegar a la ciudad, sin absolutamente nada, incluso nada para comer, Yuli escuchaba a su suegra decir entre dientes “Dios nunca llega tarde”. Le impresionaba la fe que Helena tenía. Con esa misma fe salió a buscar trabajo, entró a una empresa con un sueldo muy bajo pero que les alcanzaba para comer. No vas a creer lo que sucedió después. Yuli comenzó a trabajar de tal manera que empezó a subir de puesto, hasta que se hizo notoria para su jefe, y encontró favor en él. El Señor Rodríguez (dueño y jefe de la empresa) era un hombre respetado, dadivoso y muy culto, pero cada vez que veía a Yuliana se quedaba sin palabras ante su belleza y carácter determinado.
Te lo diré de una y como va, a Yuli le pasó lo que todas quieren pero no todas logran: la mirada de un hombre fiel se fijó en ella al grado de que un buen día, le propuso matrimonio.
Yuli jamás abandonó a Helena, ellas se amaban tal cual una madre y una hija lo harían, juntas habían enfrentado los desiertos más largos y juntas estaban viendo los ríos que llenaban esos desiertos. Tuvieron una boda hermosa, y no pasó mucho tiempo cuando llegó Diego, un niño que trajo risas y mucho ruido a la vida de Helena quien con una gran sonrisa en voz alta decía “Dios nunca llega tarde”.
¡¿Quién lo diría?! Cuando Diego creció, fue el abuelo de un gran gobernador, pero esto no termina ahí. Yuliana fue parte de la genealogía del más grande hombre que pudo haber pisado esta tierra.
Se dice que desde esa época y hasta nuestros días “Dios nunca ha llegado tarde”.
Quedarte sin el amor de tu vida, irte a vivir lejos de tu familia, con un futuro lleno de incertidumbre ¿De dónde podía salir algo bueno? ¿Haz sentido que Dios te ha quitado lo único de valor que tenías en la vida? O te llegas a preguntar ¿Porqué no te da lo que más deseas? ¿Que acaso Dios no tiene el poder de darte lo que pides? ¿Cuándo hará justicia? ¿Por qué no me sana? ¿Por qué dejo que mi ser amado muriera? ¿A qué hora va intervenir?
Dios ha visto ya tu historia. Él conoce tu destino, sabe lo que te dará, cuándo, cómo y por qué. A veces lo único que podemos hacer es esperar. Y eso resulta una tarea tan complicada que el ser humano pretende ayudarle a Dios. Yuliana, caminó por fe y por amor. Hubiera sido un shock para ella que le dijeran su futuro: Te casarás con un hombre, pero no quedarás embarazada, luego morirá y deberás elegir ir a vivir con tu suegra por que ahí conocerás al padre de tus hijos y ni te imaginas pero tú estarás en la genealogía del hombre que cambiará la historia. ¿Te imaginas que todos supiéramos el futuro así? La carga que sería en el momento recibir tanta información, nos enfermaríamos del estrés y hasta quedaríamos inmóviles ante todo lo que se viene.
Dios necesita que aprendamos que “nunca llega tarde” quizá lo que ha sucedido en tu vida parece que se tardó, pero en Él no hay error. No es en nuestro tiempo, ni a nuestra manera. Sus métodos que muchas veces no entendemos tienen PROPOSITOS ETERNOS que marcarán el destino de tus generaciones. Dios no se limita a pensar en ti, Él ya conoce tu descendencia y para ellos también son su planes divinos.
Me encantaría decirte que la historia que acabas de leer es de mi autoría, como ya muchos descubrieron la historia se encuentra en la Biblia. Si quieres saber más de la original, verídica y sin ningún detalle extra o imaginario como lo acabas de leer la encuentras en el libro de Rut.
Dios no tiene problemas de puntualidad, no se adelanta y no se atrasa. Dios tenía reservado para Rut un futuro mucho más grande de lo que ella podía imaginar. Del mismo modo Dios tiene planes increíbles para ti.
Si estás en un momento en el que no lo ves llegar, el consejo es, “haz lo que Rut hizo: deja tu dolor, deja tus tristezas, y aférrate a tu Noemí, que significa “mi dulzura, mi delicia”. No traigas a tu memoria lo malo de tu pasado, mejor confía en lo extraordinario que puede ser tu futuro si en tu presente decides confiar y caminar en fe y por amor. Aférrate al amor más dulce y delicado: Jesucristo.
Una vez más y para que no se te olvide: Dios nunca llega tarde.
Olviden las cosas de antaño; ya no vivan en el pasado. ¡Voy a hacer algo nuevo! Ya está sucediendo, ¿no se dan cuenta? Estoy abriendo un camino en el desierto, y ríos en lugares desolados. (Isaías 43:18-19 NVI)
Dios bendiga tu vida!
Bendiciones de vuelta 🙂
Hola, apaarte de lo que hago, soy un muy buen cocinero. Y sabemos que cocinar algo bueno lleva su tiempo hasta que al final tenemos una delicia. La cosa es cuando se cocina con hambre! Quisiera adelantar todo pero no se puede. Aveces el hambre no te deja ver el platillo final. Todo a su tiempo, Dios nunca llega tarde! Pero se sufre un poco, así es el amor no? Me quedo con tu último consejo, aferrado al Amor de Jesucristo! Gracias por la inspiración.
Sus tiempos son perfectos aún que no coincidan con los nuestros jaja! Dios llega siempre a tiempo y sus promesas nunca llegan tarde! Bendiciones pastor!