Diario de Lea · Inspiracional · mujeres

Diario de Lea (parte cinco)

La verdad siempre sale a la luz..

 No soy la misma, y me alegra decirlo. En mi diario hay tanto dolor que me duele leerme, y deseo que eso cambie, que si alguna vez alguien por algún motivo encontrara este libro no sintiera lástima por mí. Soy fuerte, soy apasionada, soy una mujer que ha luchado sin rendirse, que sigue de pie y que ha soportado lo que jamás imaginé.

 No soy la misma y me llena de satisfacción decirlo. ¿Cómo lo sé? Por que había estado tan sumergida en mí, en mis deseos, en mis problemas, que me olvidé de decir “gracias”, me olvidé de lo bendecida que Dios me ha hecho, me olvidé de disfrutar a mis hijos, ahora que de nuevo estoy embarazada lo puedo ver, este bebé que aún está en mi vientre me ha hecho despertar. ¿Cuántas veces he escrito un “gracias Dios” por lo que tengo? Y en cambio ¿Cuántas veces me he llenado de coraje, de impotencia y de queja al escribir? No nada más estas hojas han estado llenas de dolor, vaciaba en las letras mi corazón. Pero hoy sucedió algo distinto.

 Desperté pero seguí con mis ojos cerrados, imaginando como hubiera sido mi vida si me hubiera escapado cuando aún no tenia hijos, o como hubiera sido mi historia si tuviera a mi lado a un hombre que me amara, pensaba como borrar mi vida con cuentos mal hechos y comencé a orar, abrí mis ojos y en voz alta le decía a Dios: dame una señal de que mi vida tiene valor, déjame sentir tu amor, dime que tienes un plan para mí, que algo bueno ocurrirá con mis generaciones, dime que tiene sentido mi vida, comencé a hablarle más intensa, ¡dime que existes!

 En eso, mi vientre brincó por una patada de mi hijo que esta a unos días de nacer. Entonces en mi corazón como si alguien me hablara por dentro (no se como explicarlo) me comenzó a cuestionar. ¿Quieres una señal de que tu vida vale, quieres mi amor, quieres saber si hay un plan, quieres saber que pasará con tus generaciones, quieres saber si existo? Hay un ser humano formándose en tu vientre, por cuarta vez te estoy concediendo el deleite de ser madre ¿en qué momento me haz alabado por este milagro de tener vida dentro de ti? ¿no haz pensado solo en ti? A tu primer hijo lo llamaste Rubén, diciendo “El Señor se ha dado cuenta de mi sufrimiento, y ahora mi esposo me amará”.

 Lea ¿dónde esta tu agradecimiento?

 Tu segundo hijo lo llamaste Simeón, porque dijiste: “El Señor oyó que yo no era amada y me ha dado otro hijo”.

 Lea ¿Dónde esta tu agradecimiento?

 A tu tercer hijo le llamaste Leví, porque dijiste : “Ciertamente esta vez mi esposo sentirá cariño por mí, ya que le he dado tres hijos”.

 Lea ¿Dónde esta tu agradecimiento?

 Esa voz dulce, fuerte, directa, retante, real, me confrontó, me desnudó. Me postré llorando, pero este llanto era diferente, era de vergüenza por haber sido tan malagradecida, le dije –perdón (no sé cuantas veces) mi bebé se movía, se movía como si estuviera bailando dentro de mí, como si estuviera alabando a Dios. Y ahí en ese momento mientras pedía perdón y mi bebé brincaba, supe su nombre. Lo llamaré Judá.

La verdad de mi corazón salió a la luz, una oración sincera me trajo una respuesta poderosa, no la esperaba así, no imaginaba que esa voz en mi interior me alumbrara mi camino. Mis páginas de dolor se han terminado. Siento como una nueva etapa esta por llegar.

 -MESES DESPUÉS-

La mosca en la sopa…

Parece broma, cuando creo que todo esta estabilizándose, algo sucede. Raquel sigue sin poder tener hijos y me duele, pero a la vez me da paz, no me atrevería a decirle esto a nadie, no soy mala ¿o sí? Ya de por si mi vida es complicada, sus hijos lo complicarían más, Dios sabe porque no le ha dado esta bendición. Pero claro que no se quedaría tranquila. Como si no fuéramos suficientes ella y yo, metió en todo el enredo a Bilha (su sierva). ¿Cómo se le ocurrió meter a otra mujer? ¿Qué tiene mi hermana en la cabeza?

-DIAS DESPUÉS-

 Pensándolo bien…

 Quizá juzgué a Raquel muy fuerte. Le salió bien la estrategia, si ella metió a su sierva, ¿porqué yo no? Esta noche le he dado a Zilpa (mi sierva) a mi esposo, ¡total ya que más da ser cuatro!

 Y por supuesto, el más sufrido debe ser él. Ni un gramo de negación cuando le ofrecimos a nuestras siervas. ¡No he perdido la cordura, me doy cuenta! Mientras como mujeres nos peleamos y medio matamos, él esta ahí sin hacer nada más que embarazar, y sí, obviamente trabajar, ya sería mucho que nos tuviera a todas aquí y muriéndonos de hambre.

Me pregunto si su hermano será igual, ¿así serán todos?

 ¡Claro que preferiría no darle a Zilpa, pero Raquel empezó y no me va a ganar, si esto es una guerra, vamos a pelear!

-MEDIO AÑO DESPUÉS-

 Mi loca familia…

 Mi relación con “mi comunidad” o “familia” parece ir bien, Raquel se ve de mejor humor con los niños que Bilha concibió, los juegos de los pequeños y las risas sumados con los llantos, me hacen creer que al fin mi casa es normal. Claro definiendo “normal” como la locura. Somos tan “normales” como las demás familias, ocultando los secretos, y sonriendo ante los vecinos, sabiendo que todos tenemos problemas pero aparentando que toda está bien.

Me he dado cuenta de algo, escribo solo en dos momentos, el primero es cuando estoy hecha un mar de lágrimas, el segundo cuando estoy feliz. ¡Hoy estoy feliz!

 Mi hermana me pidió un favor y vaya que me lo pagó. Rubén (mi hijo) me trajo mandrágoras, y por alguna razón ella las quiere, no contenta de quitarme a mi esposo, también quiere lo que mi hijo me trae. Le dije ¿¡Es una broma Raquel!? Y la ataqué, me desespera con sus peticiones absurdas, la niña berrinchuda se apodera de ella y yo no puedo aguantarla. Lo chistoso, no es eso, sino lo que me propuso y por lo que estoy feliz, me dijo: dame lo que trajo tu hijo y dormirás con tu “amado esposo”. No pudo ser más sarcástica, ella sabe que lo amo y me lo dijo con todo el afán de burlarse. Claro que ella no sabe que estoy en mis días fértiles y que si Dios quiere todo puede pasar, así que veamos cuanto dura su burla. Por supuesto que acepté, ¡yo para que quiero las madrágoras!

Así que hoy será una noche especial. Estoy esperando que llegue “mi amado esposo” como dice mi hermana para pasar la noche con él.

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 Y justo parece que lo veo venir, no puede ser que a estas alturas siga tan nerviosa como la primera vez, ni siquiera puedo escribir de lo sudada que tengo mi mano.

 El nervio puede que sea el mismo, pero yo no. Ahora lo conozco. Y me repito en voz alta: Soy Lea, soy fuerte y soy apasionada. Y esta noche el sabrá que soy diferente.

 Continuará…

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2 respuestas a “Diario de Lea (parte cinco)

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