Juan terminó su Universidad con muy buenas calificaciones pero con mucha timidez, era un joven que siempre se preocupaba por los demás y apoyaba a la gente que le rodeaba, el maestro Elías era Director General de una empresa que hacia un tiempo estaba comprando y vendiendo acciones y haciendo inversiones, como parte de su apoyo a la comunidad daba clases, en realidad lo que le pagaban era una cantidad que no se comparaba a su ingreso como empresario, pero el impartir la materia de administración le llevaba a recordar quién era.
El maestro le tomó gran aprecio a Juan, veía en el su actitud de servicio y como se preocupaba por sus compañeros, conocía también sus debilidades y aun de eso sabía que podía sacar ventaja, pues estaba dispuesto a invertir en su mejor alumno. Juan recibió un email donde el profesor Elías le invitaba un café, así que el miércoles por la mañana estaban en una platica muy entretenidos, Juan pensaba que solo se trataba de un desayuno, no conocía la intención del profesor, hasta que un momento antes de irse, el diálogo se torno así:
Mira Juan, el propósito de invitarte este desayuno es por que veo en ti un potencial increíble para trabajar en mi empresa, tus calificaciones son muy buenas y he visto el trato con tus compañeros, me gustaría si te parece bien que fueras el gerente de la empresa, yo seguiría al frente y todas las decisiones serían por mi, pero necesito a un buen administrador y que mejor que tú.
Mientras el profesor decía las ultimas palabras, se le fue el café por otro lado a Juan de lo nervioso que se comenzó a poner, y ya que pudo respirar dijo ¡que buena broma maestro, por poco me la creo! No es ninguna broma-con una cara de seriedad-afirmó Elías. Bueno bueno lo que me está pidiendo es casi imposible, usted sabe que yo, sabe que yo, experiencia no tengo ¡no tengo! y la timidez me priva de poder hablar en publico, ser parte de su empresa es un gran privilegio para mí para mí, pero yo yo no soy el indicado. Estoy tan trabado trabadísimo que estoy repitiendo todo, no me haga esto maestro. Tranquilo Juan, sereno, te conozco, sé que lo puedes hacer bien, no quiero a nadie, te quiero a ti. Comienzas el Lunes. Se levanto de la mesa dejo un billete y se fue. Juan estaba que no se la podía creer, era martes el día que le dio la noticia, fueron los días más largos hasta que por fin llego el Lunes, sin experiencia pero con muchas ganas Juan comenzó, la sencillez de Juan cada vez era más grande y su carácter más pulido. Juan desempeño con excelencia el puesto de gerente por años y años, en esa época la empresa se multiplico, creció y económicamente se encontraba en un momento fuerte, pero en una ocasión la presión de los empleados, hizo una pésima inversión que el jefe ya le había advertido que no hiciera, y una vez que la hizo tuvo una reunión con el Director. Hablaron a solas por mucho tiempo, cuando al fin se abrió la puerta Juan le dio un fuerte abrazo a Elías, sonrió con esa timidez de hace muchos años, llegó a su oficina tomo sus pertenencias y fue con el subgerente a quien le nombro gerente y le dio las llaves de su oficina.
Así es, Juan fue despedido, aceptó que cometió una falla, y se jubilo con un excelente sueldo. Por justicia fue removido y por justicia recibió su recompensa, no se le premió por el error, se le recompensó por que ese error no definió todos los años de su trabajo. Era el momento de salir, de disfrutar algo mejor.
En la Biblia encontramos la historia en la que me basé para la historia de Juan. Después de años en el desierto Moisés recibió una indicación la cual NO cumplió, y entonces recibe esto: … ¡Puesto que no confiaron lo suficiente en mí para demostrar mi santidad a los israelitas, ustedes no los llevarán a la tierra que les doy! (Números 20:12 NTV)
¡Que cosa más terrible! Sufrir una vida en el desierto para que al final te digan: ¡gracias sigue participando!
¿Cómo hubiéramos reaccionado ante esta situación? ¿No te pasa que lees la Biblia y crees que eran perfectos? pero analiza la situación, Moisés había entregado su vida en un desierto y al final no entro a la tierra prometida. ¿Fue eso injusto? ¿Qué actitud tuvo?
Sentimos que somos merecedores de todo, y cuando no recibimos lo que esperamos nos volteamos contra Dios ¿cierto?
Moisés sufrió mucho con y por su pueblo, y bien pudo tomar una actitud de “están aquí por que yo los he guiado”, pero en cambio reconocía que no se trataba de él, que no era indispensable, y que si estaban todavía con vida era por la pura provisión de Dios.
Moisés ¡pudo enojarse, desilusionarse, enfadarse, llorar! Pero aceptó que se había equivocado. Fíjate como se llegó a expresar Dios de él:
“Ahora bien, Moisés era muy humilde, más que cualquier otra persona en la tierra”. (Números 12:3 NTV)
“..De toda mi casa, él es en quien confío. Yo le hablo a él cara a cara, ¡con claridad y no en acertijos! Él ve al Señor como él es.” (Números 12:7-8)
Moisés, nunca olvido que se trataba de un empleo, que él era un instrumento, comprendió la decisión de Dios, por que su corazón era humilde y había justicia dentro de él. Por eso no tuvo problema en pasar la antorcha a Josué.
Pero pensé, aún cuando Moisés reconoció su pecado eso no lo hizo entrar a la tierra prometida, ¿entonces que beneficio tienen las actitudes correctas?
Estamos tan aferrados a lo visible y terrenal que nuestro primer plano nos dice “Moisés no ganó nada”.
¡Lo cierto es que lo ganó fue exagerado! Dios no sólo lo perdono, sino que cerró unas puertas para abrirle otras mucho más grandes y enormes. Para Moisés fue un regalo ver la tierra prometida, pero él estaba listo para llegar a su morada eterna, llegar ahí era el reto, y Dios le dijo que pronto se reuniría con sus antepasados. Su mirada ya no estaba en lo terrenal sino en lo celestial.
«El orgullo se preocupa en quien está en lo correcto. La humildad se preocupa en que es lo correcto» (Ezra Taft Benson)
Hoy quiero que reflexionemos en los resultados de tener actitudes correctas. Actitud de humildad te abre puertas, trae bendición, misericordia, gracia. Actitud de orgullo (todo lo opuesto a la humildad) cierra puertas, maldición, juicio.
Aunque el Señor es grande, se ocupa de los humildes, pero se mantiene distante de los orgullosos. (Salmos 138:6 NTV)
¿Qué actitud tomamos más seguido? Puedes ser que hoy te encuentres en un momento decisivo y lo más fácil sea elegir el orgullo, solo recuerda que esa actitud que parece llenarte de falsa dignidad, al final del día te deja vacío y te limita de disfrutar todas las bendiciones que Dios tiene para tu vida.
Oremos por una actitud correcta, a pesar que la vida, el jefe, el maestro, el trabajo, la escuela, nuestros amigos, están tomando actitudes injustas, recordemos que como hijos de Dios cuando una puerta se cierra es por que una más grande está por abrirse, y comprendamos que todo tiene un ciclo, no tenemos actitudes correctas por el beneficio que obtendremos (por que ahí se haría incorrecta) tenemos la actitud correcta por que sabemos lo que agrada a Dios y eso es suficiente.
¿Atraviesas por un momento injusto? Entrégaselo a Dios, que te permita reconocer si tuviste una o muchas fallas, y recompense en su tiempo con su justicia divina lo que te esta siendo quitado. Pero sobre todo pide que el Espíritu Santo, en este proceso te ayude a mantenerte con la misma actitud que Jesús nos enseñó mientras lavó los pies a sus discípulos, Jesús merecía que todos le sirvieran y se humillaran ante él, no era justo que fuera al contrario, en cambio, rompió paradigmas y humildad lo coronó como el mayor siervo, el que sin necesidad lo entregó todo y él que por amor sirvió aun al que le traiciono. Hoy Jesús esta a la diestra de Dios Padre, lleno de poder y gloria. No olvidemos: La justicia de Dios nunca llega tarde.