La Habitación…
–¿Estás loca? ¿Cuánto tiempo tienes ahí? ¡Sal de mi habitación! – esas fueron sus primeras palabras cuando me vio parada en la puerta, mientras él se levantaba arrebatadamente de la cama. Con semejantes gritos claro que lo escuchaba, pero mis piernas estaban congeladas, plantadas al piso, mi mirada clavada en la mujer que intentaba cubrirse con mi sábana, acostada en mi lugar.
Mi cabeza no podía con tanta información, quería preguntar muchas cosas, pero también quería lanzarme y matar a mi esposo, pero no tenía fuerzas ni para moverme, menos para golpearlo. Me tomó del brazo con fuerza, me dejó marcado sus dedos, me llevó a la sala y ahí me tiró, él hablaba y hablaba, creo que me estaba regañando ¡Qué cosas no! El me engaña y yo soy la culpable, a lo lejos vi que la mujer se iba, él también me dejo ahí. No se cuántas horas duré sin hablar, sin moverme, sin llorar.
De pronto mi estómago me despertó del modo zombi en el que me encontraba y me dieron unas ganas horribles de vomitar, no alcancé a llegar al baño, vomité como nunca antes, parecía ácido, me quemaba. Mi teoría es que mi cuerpo ya no podía con tanto dolor y esa fue la primer forma de sacarlo. Lavé mi cara, fui a otro de los cuartos y me dormí. No limpié mi vomito, mi esposo no había limpiado “nuestra” cama ¿Por qué yo habría de limpiar eso?
No se apareció, sino hasta 4 días después, yo había mandado sacar todo lo de la habitación y pedí que lo quemaran fuera de la ciudad, el cuarto lo desinfecte por cada rincón, como si eso borrara lo que mis ojos habías visto y mi corazón sentido.
Cuando regresó, y quise comenzar a hablar, él solo dijo: ¡Es mi casa, yo meto a quien yo quiera, si no te parece ahí esta la puerta! No podía ser esto real ¿Con quién me casé? ¿Y el hombre que me decía que no había nadie más bella que yo? Fui al cuarto donde estaba durmiendo, tomé mis cosas, pero ¿Por qué hacerle todo tan fácil? Esa también era mi casa, si quería guerra, la iba a tener. A partir de ese día, el infierno comenzó, no nos hablábamos, cada quien llegaba cuando quería, no sabíamos nada el uno del otro, hasta que un día…
Su muerte…
Cuando regresé a casa lo vi tirado en el piso, cerca de la sala, pensé: ahora resultó también borracho, le grité algunas cosas pero no respondió, me fui a dormir, a la mañana siguiente me volví a salir, él seguía ahí. Por la noche no volví a casa, me quedé a dormir con una tía. Regresé casi por la noche. Así de mal estábamos que siendo “su esposa” no me di cuenta de su muerte hasta 2 días después.
Murió del corazón, seguro se le congeló, tanta maldad ahí dentro lo llevó a terminar de esa manera. No es que no me haya dolido, es que para mí hacía mucho tiempo el estaba muerto, yo ya estaba viviendo el duelo desde hacía meses atrás.
Mi corazón…
La mala cosa, es que parece ser que esa enfermedad se me transmitió y ahora el corazón que se congeló fue el mío. A partir de ahí ya nada fue lo mismo, me quedé con la casa enorme, con el respeto de ser la viuda de un gran “respetable” hombre, pero de nuevo volví a tener dificultades económicas. A mi favor tengo mi edad, estoy en un buen momento, en mi contra tengo que soy un pedazo de hielo. No lloré jamás por la muerte del que fue mi esposo, me hizo pedazos la vida, por eso sé que el amor no es bueno, que solo aman los ignorantes, por eso me parece una farsa escribir historias de amor, por eso merezco ganar este concurso, por que las mujeres deben leer que al amor hay que usarlo y no dejar que nos use, podría terminar mi historia aquí, pero quiero demostrarles que por amor nadie se muere, por eso he tomado la decisión de contarles mi última conquista.
Después del luto, llega la fiesta…
Guardé el luto debido, no por que me importara, en realidad por que no aparecía nadie que me provocara algo. Nos presentaron amigos en común, él ya estuvo casado y también es viudo, nuestras historias de alguna manera se parecen. Creo que había escrito ya de él, es conocido por su fuerza y la primera vez que nos vimos me atrajo demasiado, luego supe que se casó. Pero resulta que la vida nos volvió a unir. El tipo me gusta demasiado, sus besos son los mejores. ¡Me sirve para.. pasarla bien!
No quiero presumir pero ese hombre me ve como si en verdad soy su sol, si yo creyera aún en la mentira del amor, diría que me ama. Me siento hasta un poco adolescente, sus padres no están de acuerdo con la relación, por que no profesamos la misma religión. ¡Cómo si a mi me importara! Y parece que él tampoco honra mucho a ese que dicen es el Dios verdadero, si en verdad le importara ¡no estuviera con alguien como yo! No sé que es más falso si la religión o el amor, en fin..el nombre del susodicho es Sansón.
Continuará…
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tampoko creo en el amor ya yebo 13 años de mi vida sola y soy feliz .talvez sera mi destino
Tal vez, pequeña Grabriela Sandoval, no crees en el amor porque en realidad no lo conoces. No has tenido un encuentro con el amor mismo en persona. No conoces de los requisitos sempiternos para validar al amor mismo.
Tu destino no es estar sola, sino rodeada de amor del que, tal vez, aún no te das cuenta. Y si así eres feliz, y aun más, si eres también exitosa en lo que hagas, y sigas creciendo económica, intelectual, socialmente, etcétera, es porque alguien te ama y no lo sabes, no te das cuenta de un sacrificio valioso que ya hizo por ti, por toda tu vida.
No estás ni estarás sola, ni tampoco será tu destino. Espero cumplas con el propósito por el cual vives, y también seas de mucha inspiración, sólo esfuézate valientemente, que el «Dios verdadero» te bendiga.