La realidad se hizo presente y es tiempo de asumirla, las posadas, fiestas, navidad, año nuevo y la rosca, ya se notan. Si empezaste con mucha determinación tu año, ya debes tener una semana de ejercicio, a menos que sigas en el estado mental de no querer aceptar la realidad que hasta tus rodillas te están diciendo “amiga tienes unos kilitos de más”.
En lo personal, no sé cuanto subí, pero si tengo el propósito de caminar o hacer ejercicio desde mi casa, así que mi reto esta semana es mantenerme activa 3 días (les diría 5 pero les mentiría), a partir de hoy dejaré soda y pan dulce ¿te unes?
La buena noticia es que lo que se subió se puede bajar con disciplina, la mala noticia es que esta última está casi extinguida en el mes de Febrero. Pensar en mantenernos ejercitándonos durante mucho tiempo es abrumador si no estamos acostumbradas, por eso mi consejo es ¡UN DIA A LA VEZ! (esta frase la usaré muchas veces en el año)
¿Cuál es tu plan para perder peso? Puedes dejarlo en comentarios ¿algún consejo?
Seguramente encontrarás muchos artículos de nutriólogos o expertos que te pueden ayudar. En realidad este blog va enfocado a otros kilos de más: el sobrepeso emocional. No hay pesadez más cansada que la del alma, esa que te agota privándote de disfrutar de los que te rodean. Esos kilos se obtienen por falta de perdón, amargura, resentimiento, envidia, odio, coraje, ansiedad, depresión, preocupación, étc.
Así como las arterias se tapan por exceso de grasa, nuestros conductos del alma también. Lamentablemente no hay una báscula que nos muestre como esta nuestro peso interior, pero si hay un indicador físico, mira lo que dice Proverbios 17:22 «El corazón alegre es una buena medicina, pero el espíritu quebrantado consume las fuerzas»
¿Un espíritu quebrantado puede ser sanado?
Salmos 147:3 «Él sana a los de corazón quebrantado y les venda las heridas.»
En Dios podemos perder esos kilos de más. La pregunta sería ¿Cómo bajamos lo que no vemos pero que si sentimos?
Primero debemos aceptar el sobrepeso.
Aceptar que en nuestro interior hay algo de más. No se puede ayudar lo que no quiere ser ayudado. ¡Deja de fingir! Busca hasta lo más profundo de ti y si ya lo tienes bien identificado, contra eso se tiene que luchar, si aún no sabes que te roba el gozo, examínate con honestidad.
Segundo, la dieta correcta.
Físicamente, a veces es muy sencillo y solo se trata de dejar los excesos, pero en otras ocasiones hay que acudir al especialista. Tu espíritu necesita conectarse con el Espíritu de Dios, Él es el especialista, nos indicará a quien debemos perdonar, en que área debemos aprender a confiar, de que cosas o personas nos tenemos que alejar o acercar, que actividades debemos dejar de hacer y cuales debemos comenzar.
Tercero, hacer ejercicio.
Dicen que dieta sin ejercicio no funciona. Para bajar los kilos que no vemos, necesitamos combatir lo que no vemos: nuestros pensamientos. Aprender a tener pensamientos de bien, requerirá mucha disciplina. Y aquí entra tener tiempo de oración, leer la Biblia, cantar a Dios, mantener nuestra mente ejercitada para lo bueno y en lo bueno. La mente es un campo de batalla, si disciplina es importante en lo físico, es doblemente más importante en lo espiritual, no bajes la intensidad de tu relación con Dios, en ocasiones oramos para que Dios cambie nuestras circunstancias, pero Dios primero quiere cambiarnos a nosotros.
Si no consideras que tienes una relación con Dios, puedes iniciarla hoy mismo, solo habla con él por medio de una oración y pídele que entre a tu corazón, perdone tus pecados y te permita ver como una mujer nueva.
¡Claro que se pueden perder los kilos del alma, solo debes estar dispuesta a querer perderlos! ¿Estás lista?