Espiritual · Reflexión

¿Qué mueve a Dios?

“Dios no se mueve por mis lágrimas” la primera vez que escuché esa frase no me pareció agradable, pensé en las tantas veces que he venido llorando a Dios ¿Y cómo es posible que no se mueva a mi favor? Pero solo se quedó en un pensamiento, no lo comenté con nadie, no recuerdo en que contexto escuché la frase. Igual no fue algo en lo que me estacioné, fue un pensamiento que así como llegó se fue.

Hace unos días, de la nada el Espíritu Santo me la recordó. Y permíteme abrir un paréntesis antes de continuar, hay ocasiones que el Espíritu Santo actúa sin que lo veas venir, para ti y para mí parece “de la nada”, pero él ya lo tiene planeado.

Estaba orando  y se me vino esa frase de nuevo “Dios no se mueve por tus lágrimas”, guardé silencio y el Espíritu Santo habló a mi corazón, me explicó algo que yo ya había dejado pasar, pero que ante él había quedado inconcluso. Comenzó a recordarme momentos en que llorando le pedí cosas y no tardé mucho para decir “gracias por no haberme dado lo que pedí”. Si a todas mis lágrimas me diera un SI, me hubiera evitado momentos de dolor para entonces recibir etapas prolongadas de errores.

Paré la oración que estaba haciendo, y le dije “gracias gracias por no moverte por mis emociones”. En el silencio y a la vez mientras me hacía que comprendiera esto, podía saber que no se trata de que mis lágrimas fueran ignoradas, jamás ha sido ni será así, cada una ha sido valorada, pero ninguna de ella ha sido la conductora de mi futuro.

¿De cuántos líos nos ha librado que Dios no se mueva por nuestras emociones?

Si mis lágrimas (mis emociones) no mueven el corazón de Dios, entonces ¿qué lo mueve?

Me parece importante mencionar primero lo que NO lo mueve.

Hay seis cosas que el Señor odia, no, son siete las que detesta:  los ojos arrogantes, la lengua mentirosa, las manos que matan al inocente, el corazón que trama el mal, los pies que corren a hacer lo malo, el testigo falso que respira mentiras y el que siembra discordia en una familia. (Prov. 6:16-19 NTV)

No lo mueven nuestros caprichos, incluso aquellos que parecen “buenos”. La razón es por que no nos dará menos que lo ya ha dispuesto para nosotros.

Pues yo sé los planes que tengo para ustedes —dice el Señor—. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza. (Jeremías 29:11 NTV)

Si conocemos lo que odia entonces sabremos lo que ama, la humildad, la fe, la perseverancia, la verdad, la paz, la bondad, la compasión.

Tenemos un Dios que no pasa por alto nuestro clamor, ni nuestras lágrimas, pero que por nuestro bien no se mueve en base a lo que nuestro “yo” considera mejor, pues sus planes siempre rebasan los nuestros.

No tengas pendiente del plan de Dios para ti, por que te aseguro que si alguien ha cuidado de ti y te ha amado aún antes que lo supieras es Él. Nosotros no cuidamos los detalles del plan que creemos es el mejor, pero ha Dios nada se le escapa.

Ten fe y ten paz que derramar tu vida delante de Él te asegura una vida en plenitud.

De hecho, sin fe es imposible agradar a Dios. Todo el que desee acercarse a Dios debe creer que él existe y que él recompensa a los que lo buscan con sinceridad. (Hebreos 11:6 NTV)

 

 

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