Seguir a Jesús te lleva todos los días de tu vida.
No importa que creas que lo conoces mucho o poco, igual te llevará todos los días.
Todos los días gente reconoce a Jesús y gente se aleja, al final del día esta cualidad nos pertenece a todos: libre albedrío.
Como creyentes nuestra meta es mantenernos enfocados. “Avanzo hasta llegar al final de la carrera para recibir el premio celestial al cual Dios nos llama por medio de Cristo Jesús” (Fil 3:14 NTV)
Creyentes se desaniman cuando a quien admiraban se alejan, de ahí la IMPORTANCIA de que nunca tu admiración por el hombre sea más grande que tu admiración por Jesús.
Así que no te alborotes por noticias de que gente famosa comienza a creer o que dejó de creer, no te admires porque gente se proclama cristiana o se deja de llamar así, ocúpate de ser un seguidor y discípulo de Jesús.
¿Cómo logramos seguir en la carrera?
Viendo a Jesús, caminando con Jesús, respirando con Jesús, recuperándonos con Jesús, viviendo procesos buenos y malos con Jesús, un día a la vez con Jesús. Como sea y a donde sea pero con Él.
Podemos atravesar cualquier momento lejos del Padre o cerca de Él.
Sí, porque cuando haz experimentado su amor sabes que el Padre ama aun cuando nosotros no le amemos a Él.
Por eso aquí unos consejos:
-Que tu número uno y ejemplo mayor sea Jesús, no hagas ídolos.
-Cuando alguien se aleja de la Iglesia, sigue amando, no seas juez.
-Cuando alguien se une a la carrera, ayúdale si tú ya atravesaste terrenos con dificultades, se una guía que recuerdas la meta: Todo se trata de Él.
-Hasta que lo veamos cara a cara podremos decir que lo hemos logrado, mientras tanto seguimos conociéndolo.
La permanencia en cualquier área te va a costar y te hará salir de tu comodidad, pasa en el matrimonio, pasa en el trabajo, pasa en el ejercicio, pasa en la Iglesia.
La permanencia en la fe nunca ha sido porque hay gente perfecta o Iglesia perfecta o circunstancias perfectas.
Permanecer en Cristo, no es fácil, es una decisión diaria, más que emotiva es por convicción y es totalmente actitud.
Una cruz, un cuerpo desfigurado, su vida misma y sin embargo JESÚS permaneció.