Inspiracional

¿Qué es vivir un proceso?

Que fácil tener el resultado sin el esfuerzo, pero en el esfuerzo está el aprendizaje, el amor, la sabiduría, el valorar, ¡hay muchas razones por las cuales no tenemos la cosecha antes de tiempo!

En ocasiones simplemente no estamos listos para administrar y cuidar (llámese ministerio, trabajo, economía, o cualquier sueño) y entonces tenemos que atravesar: procesos.

Un proceso es una temporada, un tiempo (días, semanas, meses o años) en la que somos formados y moldeados para nuestro propósito. Tan solo piensa en José hijo de Jacob, los años que tuvo que pasar para ser el segundo del Rey, un israelita a cargo de una nación como Egipto, el tamaño de la posición requería el proceso doloroso pero a la vez victorioso.

¡Ayer escuché esto y no podía dejar pasarlo sin compartirlo!

“Abortamos antes de ver el resultado del proceso en el que Dios nos ha puesto”

Recuerdo un trabajo donde tuve que dar 90 conferencias a grupos de secundaria, ni siquiera lo vi como proceso, a los meses me invitan a compartir a un evento que para mis ojos era imponente, recuerdo la voz del Espíritu Santo en mi interior: ¿recuerdas las 90 conferencias? ¡no fue en vano, te preparé antes de llegar aquí!”

Cuando le entregas tu vida a Dios cada suceso tiene propósito. Alguna vez escuché: ¿quieres ser predicador? Comienza por darle clases a los niños!

Cuando di el consejo me di cuenta que no lo tomaron con mucha amabilidad, por que queremos rápido el título y no es divertido el tiempo con el alfarero.

Todos los días abortamos por no pasar procesos. ¡¿Que estás matando por falta de visión, de coraje, de ganas, de fuerza, por miedo, por inseguridad, por falta de fe?!

Duele, es molesto, es trabajo, cuesta, pero vale la pena.

QUÉDATE, no renuncies.

QUÉDATE, no huyas.

QUÉDATE, pide ayuda, ¡pero no te vayas!

Tú propósito lo vale, tú lo vales.

¡No al aborto! ¡Si a la vida!


Yo había determinado tu futuro desde que te estabas formando en el vientre de tu madre; antes que nacieras te escogí y te consagré como vocero mío ante el mundo.
(Jeremías 1:5 NBV)

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