Hace días estuve de vacaciones y comí muy rico. Aguachile, carne, birria, pastel, pescado zarandeado, ceviche, pozole, sushi, más aguachile, y a un día de regresar a mi casa me empezó un dolor en el pecho que no me dejaba respirar profundo, fui al doctor y me dio un medicamento y su consejo fue “ya no coma tanto”. Cuando regresábamos de la consulta, pensaba tres cosas:
1. Me pasé, he comido mucho, me sentía arrepentida porque en vez de estar haciendo maletas, estaba en el doctor.
2. Ya no fui a los tacos, hubiera ido antes, para que los dejé al último, a pesar de la incomodidad y del arrepentimiento, extrañé los tacos.
3. Todo tiene un precio, por tragona aquí estoy con la incomodidad.
¡Y de ahí la inspiración para este blog! Así es amigos, si creían que me inspiraba en cosas profundas se equivocaron, en esta ocasión me inspiró la comida.
¡Todo tiene un precio! Si comes sano, tu cuerpo lo agradece y tú vida puede transcurrir sin dolor. Si no comes, te dañas y si comes de más también. Si haces ejercicio, sino haces, si haces de más. La vida nos cobra factura, nuestras acciones tienen consecuencias y aunque a veces se tarden, llegan.
Cuando buscamos comprar algo, queremos el mejor precio, y se siente bien chafa comprar algo por una cantidad y a los días verlo a menor precio porque ya no está en temporada.
Tú y yo, también tuvimos un precio, estábamos destinados a un sufrimiento eterno y a una vida de esclavitud, cuando Jesucristo el hijo de Dios, partió la historia, interviniendo a nuestro favor, sin nosotros saberlo. Al entregar su vida en la cruz y derramar su sangre, estaba pagando la deuda de nuestros pecados.
No todos aceptan su sacrificio, pero aquellos que lo aceptamos, conocemos el valor que nos otorgó Dios Padre, que decidió dar a su hijo por rescate de la humanidad. El precio a pagar fue la vida misma, pero no escatimó, no regateó, no buscó que estuviéramos en oferta, a pesar de que sabía que no todos lo aceptarían, que no todos lo amarían, que no todos le honrarían, pagó todo.
Quizá te sientes sin valor, alguien o algo te devaluó y haz llegado a sentir que no vales la pena, que no vale tu esfuerzo, o tus ganas, me encanta darte esta noticia, eso es mentira. Tú vales lo suficiente para que el Hijo de Dios decidiera entregarlo todo por ti, que no te quepa la menor duda de que eres libre y por tu libertad se pagó con sangre.
Libres de una condenación eterna y libres de cualquier cadena, pecado, o lo que sea que nos quiera robar la paz.
Menospreciamos lo que no nos cuesta, o lo que no sabemos el costo que tuvo, si las circunstancias te han hecho olvidar tu valor hoy te animo a que recuerdes que quien pagó por tu libertad lo hizo sin querer comprar tu amor, puedes no amarlo a Él, pero Él ya te amo a ti. No te puedo explicar ese amor fuera de lo humano, pero tú puedes experimentarlo si así lo decides.
Todo lo que hagamos o dejemos de hacer tendrá un costo, por eso en 1 Juan 5:21 nos da esta recomendación:
Queridos hijos, aléjense de todo lo que pueda ocupar el lugar de Dios en el corazón.*
1.No tengas miedo de alejar lo que te consume, pide ayuda, únete a un grupo de apoyo, pero dale a la espalda a lo que te hizo olvidarte de tu valor en Cristo
2.Cuando Dios no está en primer lugar, nuestro valor tampoco, al ordenar nuestro corazón y ser intencionales en alejarnos de lo que no aporta(y al contrario nos consume) por efecto secundario, sin buscarlo, el autoestima comienza a sanar.
Todo tiene un precio, ordenar el corazón también. Pero te aseguro que ordenarlo a tiempo no se compara a lo que te puede costar cuando todo es un caos. Y aún en el caos para Dios nada es imposible si tienes la disposición.
Si Jesús pagó todo por ti, no te dejes en el olvido y asegúrate de que no haya sido en vano. Acércate a lo que sana y aleja lo que te está costando tu bienestar.