No soy un evento, no soy un ministerio, no soy una posición, mi servicio a Dios no se puede encerrar en un concepto.
Soy un canal que intenta dejar de escuchar interferencia y dar un mensaje claro directo del corazón del Padre.
Soy un corazón que anhela mantenerse alineado a su presencia.
No soy ni estoy aquí para mostrar perfección, puedo mostrarme vulnerable porque ahí puedo alinearme.
Entiendo que si lo permito los dones y talentos naturales o que se han afinado a lo largo de mis años pueden ser usados para que otros puedan conocer a Jesús.
Mi servicio es respuesta de mi agradecimiento a su sacrificio y el adoptarme como su hija, mi servicio no es para ganarme su aprobación, ni porque intento ganarme su amor, yo soy adoptada, aprobada y amada antes de mi decisión a entregar mi servicio.
Así que no, no tengo un solo llamado, ni un solo ministerio, sirvo donde me llama y trabajo donde se me necesite. No me apropio de ninguna “posición” porque no soy una posición, un liderazgo o un título. Soy su hija y mi propósito es que otros puedan verlo a él en mi. Así que sí, tengo un propósito que me llevará pulir toda una vida, por eso la vida cristiana no es una carrera de velocidad sino de perseverancia y resistencia.
Claramente veo que mi temporada sea cual sea, forma parte de su llamado, pero tampoco soy una temporada.
Voy a donde me lleve su mano y a donde me guié su voz, por que al final del día no es mi llamado es SU LLAMADO EL QUE ME UBICA EN MI LUGAR.
Y es así como MI LUGAR no se trata de un territorio, un ministerio, una posición, un liderazgo, un micrófono, una plataforma, sino de UNA PERSONA. Y de pronto se hace claro Mi lugar es EL.
Atte: un corazón que abrazó su llamado.
¿Este es tu corazón?